En marzo de
1997, pleno proceso militar y cuando estudiar periodismo en Argentina era poco
menos que un sacrilegio, vi por por primera vez a Fernando Micca en la por
entonces “escuelita de Miguel”, hoy prestigioso Colegio Universitario de Periodismo
Obispo Trejo y Sanabria.
Miguel,
evidentemente, era y es Miguel Argentino Pérez Gaudio,
A partir de
ahí comenzó una amistad que se fue forjando y fortaleciendo en el tiempo.
Tímido e introvertido, su capacidad intelectual no pasó inadvertida entre
tantos compañeros de curso que buscaban ser protagonistas en el arte de
describir la realidad.
Era el más pequeño
de físico pero también de edad. Había llegado desde su Falda natal con apenas
18 años y compartía con algunos amigos de la infancia, un pequeño departamento
en el complejo Santo Domingo.